viernes, 2 de noviembre de 2012

XXXIII-



Tus alas, mi hada, elevan mis palabras

más allá de las fronteras

y las acogen corazones espirituales
mientras duermen plácidamente,

cuando las estrellas saludan a la luna

y la bóveda celeste protege nuestros sueños.

 Revoloteas entorno a mis emociones,

y las abrazas con tu magia

para dibujar en ellas destellos de paz

y con ellos te posas en mi alma,

donde acaricias mi luz

y te siento como una bendición.

El sol es testigo de la calidez

que aportas a mi momento presente

y de cómo lo envuelves

con tu amor y esperanza

en el proceso de mis días.

Aguardas a que el cielo se enamore de la noche

y me adentre en el subconsciente

para llevarme al regazo del infinito

donde lo sublime se funde con lo divino

y me siento en unidad contigo.

Te miro a los ojos

y me encuentro a mí misma

en el despertar

de un amanecer

con rayos de eternidad

al abrigo del alba.


Autora: María Jesús Verdú Sacases (texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual (Todos los derechos reservados)

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